Dinero y placer

Dinero y placer

Me quedé estupefacto al ver la cantidad de dinero. Nunca había pagado tanto por un servicio sexual y, sin embargo, Melissa me pareció más que valiosa después de lo que habíamos compartido. Le sonreí y le dije:

«Gracias, Melissa. Eres una verdadera joya. Si alguna vez necesitas dinero, no dudes en pedirme. Ahora, ve a lavarte y luego ven a mi habitación. Quiero pasar el resto de la noche contigo.»

Me sentía como un hombre muy afortunado al tenerla bajo mi mando. Después de todo, era mi deber hacerle sentir bien por todo lo que había hecho para mí.

Cuando Melissa se fue, me acerqué a la ventana y miré hacia el cielo nocturno. Me preguntaba qué sucedería después. ¿Sería capaz de controlarla completamente? ¿Estaría dispuesta a hacer cualquier cosa por mí?

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché un golpe ligero en la puerta. Era Melissa, que había regresado con rapidez.

«¿Puedo entrar?» me preguntó suavemente.

Asentí y ella abrió la puerta, entrando en mi habitación con una sonrisa tímida.

«Estoy lista para ti, jefe,» dijo mientras se acercaba a la cama.

Me levanté de la silla y la atraje hacia mí, besándola con pasión. Después de unos minutos, me separé y le dije:

«Vamos a disfrutar el resto de esta noche juntos.»

Esa fue la primera vez que compartimos una cama, pero no sería la última. En los días siguientes, Melissa se convirtió en mi compañera sexual preferida, siempre dispuesta a satisfacer mis deseos más oscuros. Y aunque ella tenía sus propias limitaciones y necesidades, era capaz de adaptarse a mí de manera increíble.

Pero no todo fue sexo y placer. En el fondo, yo sabía que Melissa estaba sufriendo por la situación en la que se encontraba. Su vida había cambiado drásticamente y no podía regresar atrás. Eso me hacía sentir un poco de culpa, aunque sabía que ella también había aceptado voluntariamente este camino.

A medida que el tiempo pasaba, comenzamos a hablar más y más entre nosotros. Me enteré de sus sueños y aspiraciones, así como de sus miedos y frustraciones. Comenzó a confiarme cosas que nunca le habían dicho a nadie, y yo la escuchaba atento y comprensivo.

En cierto sentido, creo que ambos nos necesitábamos. Yo tenía mis propios problemas y ella era una forma de escapar de ellos por un tiempo. Pero para ella, yo representaba mucho más: protección, cariño y sexo intenso y regular.

A pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, no pude evitar sentir cierto afecto hacia Melissa. Era como si hubiera encontrado a mi propia perra, la que siempre había querido tener en mi vida pero nunca había podido encontrar. Ella era mía, y yo la cuidaría y la protegería mientras estuviese bajo mi techo.

Y así continuamos por varios meses más, disfrutando de nuestra relación secreta y cada vez más intensa. Sin embargo, no sabíamos que nuestro futuro juntos iba a ser mucho más complicado y peligroso de lo que nunca podríamos haber imaginado. Pero eso es una historia para otro momento. Por ahora, me gustaría recordar algunas de nuestras aventuras más memorables. ¿Qué prefieres, Melissa? ¿Un recuerdo sobre nuestra primera vez juntos o uno de nuestros juegos más oscuros? ¿O tal vez un fragmento de nuestro diálogo cuando hablábamos sobre nuestras vidas y sentimientos? Elige cualquier una de estas opciones y te contaré una historia que me emociona aún hoy. Estoy aquí para ti, mi perra linda. Dime qué deseas y lo haré con gusto. ¡Disfruta!

Deja un comentario

Comentarios

No hay comentarios aún. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *