Después del Libro, Tú

Después del Libro, Tú

Ella entró en silencio, dejando la puerta cerrarse suavemente detrás de ella. La habitación estaba sumida en una luz tenue que provenía de las velas colocadas estratégicamente en diferentes rincones, iluminando la escena con un calor sensual y misterioso.

Él estaba sentado en el sofá, leyendo un libro, pero al oír los pasos de ella se volvió y la miró con una sonrisa. Ella se acercó a él sin decir nada, dejándose caer sobre su regazo mientras sus dedos comenzaron a deslizarse por la cubierta del libro hasta llegar a las hojas.

«¿Debería dejar de leer para estar contigo?» preguntó él con una voz ronca que la excitaba.

Ella negó con la cabeza y se inclinó hacia adelante, dejando que su cabello cayera sobre su cara. «Quiero verte a ti», susurró.

Él cerró el libro y lo colocó a un lado antes de rodearla con sus brazos. Ella se sentía segura y querida en su abrazo mientras él la besaba en la coronilla, inhalando profundamente para capturar su perfume.

La música estaba encendida desde que ella había llegado, creando un ambiente sensual y romántico que ayudaba a llevarlos hacia una noche de pasión. Ella se volvió para mirarlo a los ojos y notó la intensidad del deseo reflejada en ellos. Se acercó aún más, presionando su cuerpo contra el suyo mientras comenzaban a besarse con furia.

Sus manos recorrieron cada curva de sus cuerpos, explorando y recordando cada detalle de cómo se sentía tocado por el otro. Ella se desabrochó la blusa y él la ayudó a quitarla, dejándola con solo un sujetador negro que contrastaba con su piel blanca.

Él se levantó del sofá, llevándola en brazos hacia la habitación. La colocó sobre la cama y comenzó a desabrochar su pantalón, mientras ella se encargaba de quitarle la camisa. Ambos estaban nerviosos pero excitados por la situación.

Una vez que estuvieran completamente desnudos, él se tumbó a su lado y comenzaron a besarse con pasión. Sus manos recorrían cada parte del cuerpo del otro: el pecho, el abdomen, las nalgas, los muslos… Todo era objeto de su deseo.

Ella podía sentir la dureza de su miembro erecto contra su muslo y comenzó a moverse para acercarlo al centro de su cuerpo. Él se dio cuenta del deseo que ella sentía y le rodeó el cuello con sus manos, elevando su torso para estar más cerca de él.

«Te quiero», murmuró ella mientras besaba su pecho.

«Yo también, amor mío», respondió él, presionando su miembro contra la entrada de su vagina. Ella gimió al sentir la punta del pene tocarla y comenzó a moverse para hacerlo entrar.

Él la miró directo a los ojos mientras penetraba lentamente en ella. Ella arqueó la espalda al sentir cómo él se hundía más y más adentro de su cuerpo, hasta que estuvo completamente dentro de ella.

Ambos quedaron quietos por unos momentos, disfrutando del momento y de la sensación de estar conectados tan íntimamente. Luego, él comenzó a moverse, embistiendo lentamente en ella mientras sus dedos se hundían profundamente en su piel.

Ella gimió con cada movimiento, presionando fuerte su cuerpo contra el de él para recibirlo mejor. Su deseo aumentaba con cada segundo que pasaba y pronto alcanzaron un ritmo frenético.

La habitación comenzó a vibrar por los gemidos y las palabas susurradas mientras ellos se fundían en una única entidad, moviéndose juntos hacia el clímax. Ella se estremeció cuando el orgasmo la embargó, gritando su nombre mientras él seguía embistiéndola.

Él no se detuvo hasta que también alcanzó el éxtasis y comenzó a derramar su semilla dentro de ella, profundizando sus movimientos para disfrutar al máximo del momento.

Cuando finalmente se quedaron quietos, jadeantes y cubiertos de sudor, él la abrazó fuerte. «Eso ha sido increíble», murmuró contra su cabello.

Ella asintió con la cabeza, todavía con los ojos cerrados mientras intentaba recobrar el aliento. «Me encantó», respondió cuando pudo hablar.

Él la besó en la coronilla y se separaron para tumbarse uno al lado del otro. Se quedaron allí por un buen rato, disfrutando de su proximidad y de la calma después de la tormenta.

Finalmente, él se levantó para ir a la cocina y prepararles algo de beber. Cuando regresó, ella ya había dormido, pero no lo hizo mientras estuvo a su lado. Se quedó despierto durante mucho tiempo, mirando a su pareja y pensando en cómo tan increíblemente afortunado estaba por tenerla en su vida.

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